Esta es una de las parábolas que Jesús usó para enseñar verdades sobre el reino de Dios. En esta parábola, él enfatizó la realidad de que en este mundo conviven el bien y el mal: sus hijos y los hijos del maligno. Será así hasta que llegue el fin del mundo, cuando serán separados por toda la eternidad.
La parábola enfatiza la paciencia y misericordia de Dios al dar tiempo para que crezcan y se desarrollen las plantas. Pero también habla sobre la justicia de Dios. En su momento, él separará por toda la eternidad el bien del mal, dándole a cada uno su castigo o recompensa.
Mateo 13:24-30
Les presentó otra parábola diciendo: “El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. 25 Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26 Cuando brotó la hierba y produjo fruto, entonces apareció también la cizaña. 27 Se acercaron los siervos al dueño del campo y le preguntaron: ‘Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?’. 28 Y él les dijo: ‘Un hombre enemigo ha hecho esto’. Los siervos le dijeron: ‘Entonces, ¿quieres que vayamos y la recojamos?’. 29 Pero él dijo: ‘No; no sea que al recoger la cizaña arranquen con ella el trigo. 30 Dejen crecer a ambos hasta la siega. Cuando llegue el tiempo de la siega, yo diré a los segadores: Recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla. Pero reúnan el trigo en mi granero’”.
La parábola habla sobre un hombre que sembró buenas semillas de trigo en su campo. Por la noche, mientras dormían, vino su enemigo y sembró semillas malas de una planta llamada cizaña en medio de las semillas de trigo. El enemigo colocó las semillas y se fue. Todo continuó con normalidad hasta que comenzaron a crecer las plantas.
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