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Evangelizar como la Madre Teresa de Calcuta



En su audiencia general en la festividad de la Epifanía, el Papa Francisco resumió de forma muy bella la misión evangelizadora de la Iglesia" Como los Magos, también hoy muchas personas viven con el «corazón inquieto», haciéndose preguntas a las que no encuentran respuestas seguras… la Iglesia tiene la tarea de identificar y demostrar cada vez más claramente el deseo de encontrar a Dios que está presente en los corazones de cada hombre y mujer”. Continuó diciendo que “para la Iglesia, ser misionera no significa hacer proselitismo; para la Iglesia, ser misionera equivale a manifestar su propia naturaleza: dejarse iluminar por Dios y reflejar su luz. Este es su servicio. No hay otro camino. La misión es su vocación: hacer resplandecer la luz de Cristo es su servicio".

En unas pocas frases, el Papa Francisco nos ha dado mucho que pensar. Primero, la condición de cada corazón humano: inquietos y con un deseo de encontrar a Dios. Segundo, la misión de la Iglesia: sí, evangelización, pero no una evangelización que ejerza presión o que convenza, sino evangelización recibiendo la luz de Dios y luego reflejándola a los otros. Este medio gentil y amoroso de compartir nuestra fe me parece la manera perfecta de evangelizar en este Año de la Misericordia. Pero ¿Cómo podemos vivir esto en una manera práctica?

No tenemos que mirar más allá que el ejemplo de los santos para contestar esta pregunta, y no hay quizás nadie en estos tiempos modernos que nos muestre como recibir la luz de Dios y reflejarla a los demás mejor que la Beata Madre Teresa (que será canonizada en Septiembre este año). Aunque ella ya no esté con nosotros en esta tierra, podemos aún beneficiarnos de su sabiduría a través de las sencillas pero profundas palabras que pronunció.

Sus palabras vinieron de una vida de evangelización, del tipo doble de evangelización a la que se refiere el Papa Francisco recibiendo la luz de Dios y reflejándola a los demás.

Recibiendo la Luz de Dios

1.- “Mi secreto es sencillo. Yo oro.”

La Madre Teresa hizo de la oración su prioridad y el centro firme de su vida y su apostolado. Ella consideraba la oración como el poder que dirigía todo lo que hacía. ¿Estamos dispuestos a tomar tan seriamente la oración?


2.- “Dios habla en el silencio del corazón. Escuchar es el comienzo de la oración.”

Cuando pensamos en Madre Teresa pensamos inmediatamente en su trabajo admirable con los pobres pero ella misma nos dice que sólo quería ser un lápiz en las manos de Dios y que todo lo que hizo fue el resultado de Dios trabajando a través de ella. Para que Dios trabaje a través de nosotros debemos abrir nuestros corazones a Él. ¿Apartamos tiempo diariamente para escuchar a Dios? Incluso si ya tenemos el hábito de orar, ¿estamos dejando lugar al silencio en nuestro tiempo de oración?


3.- “La oración nos dará un corazón limpio y un corazón limpio nos permitirá ver a Dios en el prójimo. Y si vemos a Dios en el prójimo, seremos capaces de vivir en paz, y si vivimos en paz, seremos capaces de compartir la alegría del amor al prójimo, y Dios estará con nosotros”.

Madre Teresa nos dice, basada en su propia experiencia, que los frutos de la oración son un corazón limpio, siendo capaces de ver a Dios en el vecino, paz, amor, alegría y la experiencia de la presencia de Dios. Ella encontró estos frutos mientras trabajaba en condiciones que impactarían a cualquiera de nosotros, entre la pobreza más extrema y el sufrimiento más profundo en el mundo. Y aún así, ella experimentó estos bellos frutos de la oración… ¿Necesitamos más razones para orar?


4.- “La alegría es oración; la alegría es fortaleza; la alegría es amor; la alegría es una red de amor con la que se pueden atrapar almas.”

¿Están nuestros corazones llenos de alegría? Si no, ¿oramos para que la alegría de Cristo llene nuestros corazones? Madre Teresa sabía que sobre todo lo demás, la gente es atraída a la alegría y que esta alegría viene a través de la conversación con Dios. Lo que atrajo gente a Madre Teresa no fue un argumento persuasivo o apologética convincente, fue el hecho de que a través de la oración, ella se llenaba de la alegría que sólo Dios puede dar, y al estar llena de esta alegría, ella no podía evitar reflejarlo a todo el que se encontrara.

Reflejando el Amor de Dios

1.- “Esparce amor en todos los lugares adonde vayas. No dejes que nadie venga a ti sin irse más feliz.”

Nuevamente, Madre Teresa nos recuerda que la alegría es la clave para atraer a los demás hacia Dios. ¿Serían nuestras vidas diferentes si mantuviésemos esto en mente a lo largo de nuestro día – en el tráfico, en el supermercado, en nuestro hogar y en el lugar de trabajo? ¿Cuánta gente podríamos ayudar al esparcir amor en nuestras interacciones cotidianas?


2.- “Si juzgas a las personas no tienes tiempo para amarlos.”

Tantas veces he juzgado a alguien por las apariencias, o por una simple interacción, sólo para descubrir luego que estaba completamente equivocada. Esto me ha enseñado a ser menos crítica. Cada persona que conocemos es hecha a imagen y semejanza de Dios, y Madre Teresa nos recuerda que nadie necesita ser juzgado (después de todo, ¿podríamos juzgar a alguien justamente sin conocer la historia de su vida y todos sus pensamientos y sentimientos más profundos?), pero todos necesitan ser amados.


3.- “Nunca sabremos todo el bien que puede hacer una sonrisa.”

Una de mis citas favoritas de Madre Teresa. Es tan sencilla y a la misma vez una de las citas más profundas que jamás haya leído. Si hemos de comenzar una “revolución de ternura” en este Año de la Misericordia, como el Papa Francisco nos ha pedido, sonreírle a la gente que conocemos y con la que nos encontramos sería un gran lugar para comenzar.


4.- “Quiero que te preocupes por tu vecino de al lado. ¿Conoces a tu vecino del al lado?”

Este es un gran desafío. ¿Conocemos a nuestro vecino de al lado? Madre Teresa va directo al grano. Siempre nos desafía a mirar a las personas más cercanas a nosotros cuando pensemos acerca de amor y servicio. Su ejemplo nos enseña que el amor comienza con los miembros de nuestras familias y con nuestros vecinos de al lado, las personas que están más cerca de nosotros… quienes son comúnmente las personas a las que nos resulta más difícil amar, pero quienes además son las personas a las que Dios puso en nuestras vidas por una razón. Si podemos amarlos, amar a extraños será muy sencillo en comparación. Y, cuando consideramos cómo amar a nuestra familia y a nuestro vecino de al lado, no olvidemos las palabras del Papa Francisco en su nuevo libro, "El nombre de Dios es Misericordia":

“Este es un tiempo para la misericordia. La Iglesia muestra su lado maternal, su cara materna, a una humanidad herida. No espera a que los heridos toquen su puerta, ella los busca en las calles, los reúne, los abraza, cuida de ellos, los hace sentir amados… Yo estoy completamente convencido de esto, esto es kairós, nuestra era es kairós de misericordia, un tiempo oportuno”.

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