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El buen pastor 👤

 


Con esta parábola, Jesús explicó a sus oyentes el gran contraste que había entre él, el buen pastor, y los líderes religiosos de la época, a quienes comparó con ladrones y asaltantes. Jesús, como buen pastor, cuida de sus ovejas y las protege. Sus ovejas conocen su voz y lo siguen voluntariamente.

Por otro lado, los ladrones y asaltantes son extraños, las ovejas no los conocen ni los siguen. De hecho, huyen de ellos porque no han desarrollado una relación de confianza con ellos.

(Juan 10:1-18)

De cierto, de cierto les digo que el que no entra al redil de las ovejas por la puerta sino que sube por otra parte, ese es ladrón y asaltante. 2 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. 3 A él le abre el portero, y las ovejas oyen su voz. A sus ovejas las llama por nombre y las conduce afuera. 4 Y cuando saca fuera a todas las suyas va delante de ellas; y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. 5 Pero al extraño jamás seguirán; más bien, huirán de él porque no conocen la voz de los extraños”.

6 Jesús les dijo esta figura, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. 7 Entonces Jesús les habló de nuevo: “De cierto, de cierto les digo que yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los oyeron. 9 Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí será salvo; entrará, saldrá y hallará pastos. 10 El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, que no es el pastor y a quien no le pertenecen las ovejas, ve que viene el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo arrebata y esparce las ovejas. 13 Huye porque es asalariado y a él no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. 15 Como el Padre me conoce, yo también conozco al Padre y pongo mi vida por las ovejas.

16 “También tengo otras ovejas que no son de este redil. A ellas también me es necesario traer, y oirán mi voz. Así habrá un solo rebaño y un solo pastor. 17 Por esto me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”.

Jesús comienza dando una advertencia contra los que no entran por la puerta, los que llegan para robar y asaltar. Entran como pueden, a escondidas, porque sus intenciones no son buenas. Esos son los que desean pastorear y liderar para tener poder sobre otros o para obtener prestigio.

Sin embargo, el pastor de las ovejas entra por la puerta, no anda a escondidas ni tiene tramas secretas. El portero lo conoce, las ovejas lo conocen, reconocen su voz y lo siguen sin dudarlo porque confían en él.

El pastor de las ovejas va delante de ellas, protegiéndolas contra todo peligro. Las ovejas lo siguen confiadas porque saben que él las cuidará. Pero no tienen esa misma disposición para seguir al extraño. De hecho, huyen de él porque no conocen su voz ni tienen la más mínima confianza en él.

Cuando Jesús terminó de decirles eso, se dio cuenta de que sus oyentes no entendían de qué hablaba. Por eso, les dijo claramente: yo soy la puerta de las ovejas (Juan 10:7) y pasó a explicar la alegoría. Él es la única puerta que lleva a la salvación. Todo aquel que se acerca a Dios a través de Jesús, será salvo y tendrá acceso a la verdadera vida.

Jesús pasó entonces a explicar algunos contrastes importantes entre él, el buen pastor, y el ladrón, asaltante o asalariado.

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